Jamie Dornan -el modelo de 34 años que se convirtió en actor, un sadomasoquista en la trilogía “Cincuenta Sombras de Grey”, un asesino en serie en “The Fall” de BBC2, y antiguo novio de Keira Knightley- me saluda con un amable y masculino sentido abrazo (así es él) al que trato de responder tirando un beso (ése es el tipo de mujer que soy yo), sólo que al final acabo con mis labios pegados a su clavícula derecha y besándole tiernamente en el cuello, lo que resulta avergonzante.
No es la primera vez que nos encontramos- eso sucedió hace 7 años, cuando Dornan fue parte de un artículo sobre fitness en la revista Men’s Health. Se suponía que tenía que comentar su rutina de entrenamiento con el editor de la revista. “No estaba en muy buena forma. Y me hacía ponerme esos pantalones cortos realmente cortos que nunca me pondría, ni antes ni ahora… Y entonces me decían “¡Háblanos de tu tabla de entrenamiento!”. Y yo pensando “¡Si ni siquiera tengo una!”, así que me la tuve que inventar. “Empiezo el día con 100 flexiones”. ¿Te puedes imaginar algo peor que despertarte y hacer 100 flexiones? Nadie en el mundo hace eso. Bueno, igual alguien sí… De hecho, yo lo haría si estoy aburrido y tengo mucho tiempo libre. Lo hice ayer”.
Así que Dornan y yo ya nos conocíamos de antes, aunque de ninguna manera estamos en ese punto de “besos en el cuello”. Está casado, tiene dos hijas y es una estrella de cine; resulta complicado pensar que alguna vez lleguemos a estar en el punto de los besos en el cuello. Lo cual es una pena, porque (seguramente ya os habréis dado cuenta) es increíblemente guapo. El epítome de un hombre guapísimo. Disfruto viéndole posar para la sesión de fotos del reportaje antes de venir a saludarme. Le veo fruncir el ceño y echar hacia abajo la lente de la cámara, lo que resulta especialmente cautivador.
Saco a relucir el tema de su aspecto físico durante la entrevista.
“Oh Dios” dice, se pone un poco nervioso, y después prosigue más tranquilo. Ha estado hablador, honesto, hablando claro; maldiciendo, poco delicado, espontáneo, divertido. Es norirlandés y creció en una familia de clase media en Belfast; hasta el momento ha hablado de un montón de temas, cosas que ni siquiera le había preguntado, cosas que tienen poco que ver con el asunto de hoy, que es promocionar su nueva película, Anthropoid. Dornan habla un montón. Se muestra tremendamente irrespetuoso con respecto a las ínfulas de algunos actores de teatro. “Odio cuando los actores hablan de dejar tras ellos un jodido legado con su trabajo: “Sí, siempre me quedará mi puto Hamlet en Statford”. ¡Callad, callad!, coño”. Ha hablado sobre la fama y lo fácil que le resulta evitarla. “A no ser que te estés tirando a una Kardashian. Quiero decir, no tirándote a una Kardashian, me refiero a ser una Kardashian o alguien de ese estilo, en cuyo caso eres el tipo de persona que va buscando la atención de los medios, casi suplicando por ella… Me imagino que si Millie (Amelia Warner, la esposa de Dornan) y yo empezásemos a ir a- lo siento, ya no sé el nombre de ninguna discoteca de Londres”.
Ha hablado sobre cómo comenzó a actuar. “El único premio que gané en el colegio me lo dieron cuando tenía 11 años- gané el premio de teatro por interpretar a Widow Twankey en Aladdin. Me alegro de que eso pasase antes de que la gente pudiese grabarlo, porque entonces estaría grabado y… Dicho lo cual, gané el premio, así que tuve que haberlo hecho bien”.
Pero después le pregunto cómo es eso de ser un chico de portada, y entonces frena en seco, aparta su mirada de la mía e intenta eludir la pregunta. “Nunca me he visto en la portada de nada”, dice con evasivas y siendo totalmente impreciso.
“Había imágenes tuyas sin camiseta en todas las paradas de autobús cuando se estrenó “Cincuenta Sombras de Grey”, recalco.
“Oh, oh, oh…”, resopla. No es postureo. Dornan está en shock por el giro en la conversación. No hay ningún rastro de vanidad, de ser presumido, en él.
Estamos sentados en un restaurante cuyas paredes están cubiertas de espejos: ni siquiera le presta un mínimo de atención a su propio reflejo en ningún momento durante esta entrevista de una hora. Eso sería casi un milagro para una persona normal, ¿pero para un actor? He tenido delante a rompecorazones de Hollywood que no han parado de mirarse en el espejo durante toda la entrevista.
“Voy a luchar contra eso, voy a luchar contra eso”, continúa, inútilmente.
“No puedes, es la pura verdad. Eres guapo”, le digo. “Y es por ello por lo que te convertiste en un modelo de éxito con contratos con Calvin Klein o Dior. Es por eso por lo que la revista People te situó tercero en la lista del Hombre Más Sexy de 2014. Y, seamos sinceros, un factor determinante para que te eligiesen como Christian Grey en “Cincuenta Sombras de Grey”, un papel que implica que estés desnudo y tomes parte en bastantes escenas de sexo”.
“Si la gente piensa eso, bueno, si ésa es la reacción de la gente ante mí, prestando sólo atención a mi aspecto, vale. Pero es una de esas cosas que, si dejas que condicionen tu vida diaria, te crean un problema. Si te aferras al hecho de que la gente te ve tan guapo entonces estás bien jodido”.
“Odio cuando los actores hablan de dejar un legado con su trabajo… ¡Callad, callad!"
Quizás el milagro es que el aspecto de Jamie no ha marcado especialmente la elección de sus papeles a lo largo de su carrera. Se podría haber condenado a protagonizar comedias románticas, pero desde que comenzó su carrera hace diez años- como el Conde Axel Fersen en “María Antonieta” de Sofia Coppola en 2006 (“¡era mi primera audición y conseguí el papel! Y pensé que era más sencillo de lo que pensaba… Pero después de 8 años en el paro me di cuenta de que había sido de chiripa”)- ha interpretado a un amplio rango de personajes. El sadomasoquista de “Cincuenta Sombras de Grey” y un asesino en serie de mujeres en “The Fall”; y ahora a Jan Kubis, un checo exiliado enviado de vuelta a su tierra natal ocupada durante la Segunda Guerra Mundial, acusado del asesinato de Reinhard Heydrich, en Anthropoid, dirigida por Sean Ellis. Además, próximamente le veremos en una película de Netflix, El Asedio de Jadotville, en la que interpreta a un comandante irlandés luchando contra mercenarios a sueldo de las compañías mineras del Congo en 1961. Es un psicólogo en el thriller La Novena Vida de Louis Drax, y volverá a la televisión para una nueva temporada de The Fall este otoño.
Anthropoid, basada en una historia real, es una obra de época muy profunda. La protagoniza junto a Cillian Murphy (“Si eres un actor irlandés y tienes mi edad te ves realmente influenciado por lo que ha conseguido Cillian”) y trae, por parte de Dornan, una realmente buena interpretación con un acento checo absolutamente creíble. Y es que aunque resulte indudablemente ofensivo expresar una sorpresa ante este hecho- no sólo es guapo, Jamie Dornan es también un buen actor.
Jan Kubis es un “cachorrito asustado”, dice Dornan. “Es un tío vulnerable… Y eso me gusta, porque nunca he interpretado a alguien vulnerable”. Alguien podría decir que su papel en Anthropoid es diametralmente opuesto, en términos artísticos, a su papel en la trilogía de “Cincuenta Sombras de Grey”, la adaptación vapuleada por la crítica, pero también la máquina de hacer dinero, de la obra llena de sexo de EL James (de la cual Dornan acaba de terminar de rodar la segunda y la tercera parte).
¿Estaba tal vez tratando de buscar algo de equilibrio con Anthropoid? Él dice que de ninguna manera. Le importa un carajo el juicio moral al que se ve sometida Cincuenta Sombras de Grey. “En mi familia hay muchos médicos. Mi padre es médico, mi madre era enfermera, la mujer de mi padre es doctora, mi tío es médico- hacen un trabajo que es realmente importante. Pienso muchas veces en esa tontería de que los actores se lleven a la tumba esa cosa de nunca haber hecho una película con un gran estudio, que no se vendieron… ¡Que les den!”.
¿Asi que no hay un plan a seguir? “Me imagino que es algo que haces sin pensar, eso de interpretar a un par de personajes oscuros seguidos, y después pones el ojo en algo menos serio”.
“Anthropoid es una película seria”, digo. “A lo mejor deberías ponerle voz a una película animada sobre peces la próxima vez”.
“Me encantaría. Es que ahora tengo niños y…”
“¿No está bien que los niños vean The Fall y Cincuenta Sombras de Grey?”. “No, y me encantaría que pudiesen ver algo del trabajo de papá”.
Dornan nunca planeó lo de ser actor. “No era uno de esos críos”. ¿Qué quería ser? ¿Modelo? “¡No!”.
Le encantaba el deporte- viene de una familia amante del mismo y jugó mucho al rugby. “Aunque me cueste admitirlo, lo cierto es que no era lo suficientemente bueno como para jugar a nivel profesional”.
¿Qué deporte habría practicado de forma profesional en un mundo ideal? “No puedo decirlo. Si lo hago, mis colegas me machacan”.
Le gustó actuar desde el momento que interpretó a Widow Twankey. “Me encantaban las clases de teatro del colegio. Me transformaba en alguien distinto”.
¿Y así podías deshacerte del rol de machito?
“Exacto. El colegio es tan elitista y siempre estás intentando mantener la imagen de que eres esa clase de persona. Practicaba muchísimos deportes, jugaba al rugby, pero siempre fuí un poco más bajito que el resto, siempre tuve que luchar contra eso, y contra los chicos del equipo- que siguen siendo buenos amigos míos a día de hoy. Siempre sentí que estaba intentando ser alguien que no era en realidad. Pero luego había una parte de mí que quería disfrazarse y aparentar ser otra persona. Podía hacerlo en las clases de interpretación. Afortunadamente, ninguno de los chicos del equipo de rugby iba a teatro”.
Insiste en que nunca tuvo que ver con buscar la aceptación de los demás, su aprobación o su aplauso. “Todavía sigo considerándome alguien a quien no le gusta acaparar tanta atención”. ¿De verdad? “¡No! Creo que si eres alguien que se sube a ese carro, eso se acaba transformando en arrogancia, que es el rasgo que más odio en los seres humanos”.
Me pregunto si la interpretación le ofreció a Dornan una vía de escape al dolor. Su madre falleció de cáncer cuando él tenía 16 años; un año después, cuatro de sus amigos murieron en un accidente de coche. Tuvo que sentir que su vida era devorada por el dolor durante un tiempo. Se encoge ligeramente cuando menciono la muerte de su madre. “Se me daba bien y me gustaba interpretar ya antes”, dice. “Aquello fue horrible, horrible”.
¿Cómo lo superaste? “No estoy seguro de que alguna vez se supere”.
Pasó un par de años chungos después de aquellas muertes, un par de veranos sin dirección bebiendo. “Recuerdo un verano cuando tenía 19 años y había dejado la universidad, la de Teesside, donde estudié un año de la carrera de Marketing. Salí de allí habiendo suspendido todos los exámenes. “Dios, vale, algo tiene que cambiar”. Sentía mucha lástima por mí mismo. Bebí mucho ese verano, sobre todo con mi amigo Lee. O yo me quedaba en su casa o él en la mía, y su familia tenía un bar en casa, y eso es peligroso”.
¿Qué bebías? “Tennent’s, que no sería mi cerveza favorita, pero tenían mucha, así que estaba bien. Y gin tonics, vengo de una familia muy amante de los gin tonics. Comíamos muchas hamburguesas, había un Burger King con Auto King cerca de casa de Lee. Mi padre llegó a casa un día, y había estado encima de mí para que hiciese algo de provecho. Y yo estaba un poco como “Bueno…”. Así que un día habíamos estado jugando al tenis y había roto una cuerda, y me pasé el resto del día quitando las cuerdas restantes con unos alicates. Cuando mi padre llegó a casa me dijo que qué había hecho, y yo estaba allí, sentado con una raqueta sin cuerdas”.
“¿Crees que estabas deprimido?” “¡Sí! Mirándolo con perspectiva, creo que sí”.
Una de sus hermanas mayores, Liesa, le dijo que debía ir a Londres y probar suerte como modelo; él creyó que estaba de broma, pero tampoco tenía ninguna otra idea en mente. En el verano de 2002, acababa de cumplir 20 años y sentía que debía hacer algo con mi vida, así que me presenté a un concurso llamado “Model Behaviour”- un reality show que buscaba modelos-, pasé el corte en Belfast y me mandaron a Londres. Recuerdo pensar “¡Madre mía! ¡Nos vamos a alojar en el Hilton de Paddington!”
No ganó, pero su carrera como modelo despegó. “Me trasladé a Londres y conseguí trabajo en un pub de Knightsbridge llamado Tattersalls Tavern, que todavía sigue allí, y trabajé a tiempo completo durante cuatro meses hasta que tuve que pasar a un contrato a tiempo parcial porque ya empezaba a conseguir buenos trabajos y eso de ser modelo se volvió más serio, realmente serio, en el sentido de que se llevaba la mayor parte de mi tiempo. Tuve suerte- conseguí un contrato exclusivo con Dior durante 3 años, y uno de idas y venidas con Calvin Klein durante siete, así que aunque parezca que estás trabajando muchísimo, y salen imágenes constantemente, solamente viajas a Hawai o Nueva York durante unos días para hacer todas las sesiones de fotos, y después tienes la mayor parte del año libre. Para mí eso era un camino absurdo hacia el alcoholismo."
¿Te gustaba ser modelo? “No. Me gustaba conocer gente. Tenía buenos amigos. Ninguno modelo, Dios me libre”.
Hubo punto álgidos. Verse en pleno centro de Manhattan, “y hay una valla publicitaria enorme que es propiedad de Calvin Klein. La primera campaña que hice para Calvin Klein fue en 2003, con Natalia Vodianova, para la línea de vaqueros, en una playa de Hawai. Y había una imagen gigante que usaron para la campaña principal, plantada en esa valla de publicidad de tamaño doble, en la que Natalia me está bajando los pantalones y la ropa interior básicamente mordiéndome el culo. Y había una mujer a mi lado, cautivada, allí de pie con una amiga comentando lo espantosa que era, y yo allí en plan…”
Se gira hacia las dos mujeres imaginarias y las saluda.
¿De veras lo hiciste? “No, no me atreví. Me habría cruzado la cara”.
Dornan dio el paso de ser modelo a ser actor. “Salía por ahí con actores, salía con una actriz (Keira Knightley), así que me busqué un agente por tenerlo, pero era asqueroso”.
Dornan consiguió el primer papel para el que se presentó a una audición, en María Antonieta, en 2006; desde entonces, los proyectos fueron brotando. The Fall en 2013 marcó un salto hacia delante, un punto de inflexión; ser elegido para Cincuenta Sombras de Grey en 2015 le convirtió en una estrella famosa.
Considera la interpretación una forma ridícula de ganarse la vida, eso sí. “Un cinco por ciento de los actores tiene trabajo todo el tiempo. ¡Un cinco por ciento! ¿Qué pirado querría hacer esto? Estoy contentísimo de tener trabajo con esas estadísticas”.
Vuelvo al asunto de lo guapo que es Jamie, porque no puedo dejarlo pasar y porque le tengo sentado justo delante de mí, así que su atractivo es ineludible. Me da la sensación de que tal vez- solamente tal vez- se da cuenta de forma racional de que es guapo, pero que nunca lo ha asimilado. Dice que no le gustaba a nadie en el colegio. “¡Para nada! Tenía muy poca confianza en mí mismo. Era bajito y tenía dos hermanas mayores: todas sus amigas pensaban que era muy mono, y yo odiaba tanto esa palabra… Quería que me viesen como un hombre, y ellas estaban en plan “¿Le saldrá pelo púbico algún día?”. Bueno, ahora tengo barba. Supongo que tengo vello púbico.”
Insiste en que nunca se le dieron muy bien las mujeres, incluso cuando se convirtió en un modelo de éxito. ¿Cómo es eso posible?
“Se me da muy mal acercarme a las mujeres. Cuando estaba soltero era horrible. No lo hacía, simplemente esperaba gustarle a alguien y que se acercara a mí. Tengo amigos que lo hacen, no lo tienen que pensar. Recuerdo salir por ahí con veintimuchos, y que mis colegas me dijesen “Oh, mira, está buena”, y entonces se acercaban y empezaban a hablar con las chicas”. Y yo mientras en plan “¿Qué le estás diciendo? ¿Por qué es tan receptiva?”.
Vale, pero tuviste una relación de dos años con Keira Knightley, le digo.
“Nos juntaron. Hicimos una campaña juntos, y al estar allí nerviosos mientras te hacen fotos empiezas a hablar.”
¿Fue así como Dornan conoció a su mujer? Lleva tres años casado con la actriz y compositora Amelia Warner. “No, nos conocimos en una fiesta en Los Ángeles. Yo estaba colado por ella, me encantaba. Había buscado en Google muchas cosas sobre ella hasta el punto de saber que ella iba a estar en esa fiesta. Algunas personas en la fiesta sabían cuánto me gustaba; en cuanto llegué, me la pusieron en bandeja, y eso lo hizo todo más fácil”.
¡Y ahora estás casado, así que ya no tendrás que entrarle a ninguna mujer nunca más!
“¡Es un alivio que no te imaginas! Qué alivio no tener que ligarme a ninguna mujer nunca más. Mi vida es maravillosa.”
Warner no ha visto Cincuenta Sombras de Grey. “¿Para qué? ¿Por qué iba a querer alguien hacerse eso a sí mismo?”, y sus hijas todavía no saben a qué se dedica. “Llevo tiempo pensando la forma de explicarles cómo se gana papá la vida, y lo absurdo y ridículo que es.”
Llevaba tiempo queriendo preguntarle a Dornan sobre esos rumores que hablan de lo mal que se lleva con su compañera de reparto en Cincuenta Sombras, Dakota Johnson. En la industria se habla del desprecio que sintieron el uno por el otro y que se acrecentó cuando se estrenó la primera película en 2015, y uno de los periodistas describió la conferencia de prensa con ambos actores como “el insoportable parecido a una terapia de parejas con orden directa del juzgado”. Pero Dornan me para en seco e insiste, “Dakota y yo ahora nos conocemos muy bien. Somos grandes amigos”, lo que, añade, es bueno porque así pueden “reírse de lo absurdas que son las escenas de sexo”.
Entonces, por alguna razón que me resulta desconocida, el actor Nick Frost aparece y me señala que me quedan cinco minutos. Dornan le ve, y se empieza a reír- realmente se conocen. Le hago caso y termino la entrevista.
Digo adios, dándome cuenta de que mi primera impresión de Jamie Dornan como un hombre increíblemente guapo se ha visto superada por una impresión de Jamie Dornan como un hombre increíblemente agradable. Me abraza y termino, accidentalmente, besándole en el cuello una vez más.
Anthropoid se estrena el 9 de septiembre. La Novena Vida de Louis Drax ya ha sido estrenada. The Fall y El Asedio de Jadotville estarán en pantalla próximamente.